Primer Sitio de Gerona (II).

Mientras tanto el enemigo dando á conocer sus intenciones dividiose en dos columnas, una que bajó por el llano al abrigo de los cercados y de la profundidad de los caminos y barrancos llegando hasta Santa Eugenia, y otra que subdividiendose en varias pequeñas partidas se situó entre el rio Oñar y los fuertes de la montaña, ó sea hacia la parte donde se halla actualmente el cementerio.

Comprendiendo las autoridades gerundenses que este último avance tenía por objeto atacar la puerta del Carmen, reforzaron este punto con un destacamento del regimiento de Ultonia, confiando el mando al teniente Coronel D. Pedro O-Daly, tapiándose además dicha puerta interiormente con una pared seca.

Sobre las tres de la tarde emprendió el enemigo el ataque. Para disimularlo y distraer la atención de los sitiados, subió una columna a rodear el fuerte de Capuchinos, rompiendo un vivo fuego de fusilería al que contestó la escasa guarnición del fuerte de la misma manera y con certeros de metralla. Una partida enemiga atacaba al mismo tiempo el edificio almacén de pólvora, pero fue ahuyentada por los somatenes de las alturas inmediatas.

Durante estos ataques otra columna se entró resueltamente en la calle del Carmen, extramuros y formándose en batalla al amparo de los gruesos árboles del paseo de dicha calle, rompió un fuego vivísimo contra el baluarte de la Merced y muralla de la puerta del Carmen para desalojar sus parapetos, mientras que una sección de artillería se adelantaba corriendo con un petardo para abrir la puerta. Pero léjos de ser por nos nuestros desalojados dichos puntos se sostuvieron en ellos con mayor firmeza y contestando con brio al ataque, con un certero fuego de fusilería y metralla, mataron a todos los indicados artilleros y deshicieron de tal modo la línea de batalla que los enemigos, que huyeron precipitadamente, siguiéndoles la columna que había subido á rodear el fuerte de Capuchinos y repasando todos el rio Oñar, perseguidos por los disparos de nuestra artillería, hubieron de guarecerse otra vez en las alturas de Palau, después de haber sufrido sensibles pérdidas.

Insignificantes fueron las que esperimentaron los defensores de la puerta del Cármen y aun cuando en el momento más culminante de la acción, recibió D. Pedro O-Daly una fuerte contusión en la cara, se negó a abandonar su puesto y continuó dirijiendo la defensa hasta que hubo visto por sus propios ojos la retirada del enemigo (1).

Terminados estos ataques, presentóse otro parlamentario por la parte de la calle de la Rutlla. Era éste un jefe de Estado Mayor que fue recibido por uno de los ayudantes de la Plaza, quien le acompañó con los ojos vendados hasta el local en que la junta celebraba su sesión permanente. Entregó un pliego del General Duhesme en el cual, á vuelta de varias ofertas de amistad y consideración, solicitaba de la junta el nombramiento de dos diputados, que pasasen á tener con él una entrevista a fin de tratar de ciertos asuntos de la mayor importancia. La junta tuvo con este motivo una animada sesión, pues mientras los más intransigentes clamaban porque se despidiese secamente al parlamentario, otros más conocedores de la escasa defensa que podía oponer Gerona, opinaban que se elijiesen los dos diputados á fin de ir ganando tiempo y no dar motivo á que en aquel mismo día redoblase el sitiador sus ataques.

Esta opinión prevaleció por fin, y siendo ya al anochecer se nombró á D. Martín de Burgués, rejidor perpétuo y á D. Juan O-Donovan comandante del rejimiento de Ultonia, é individuos ambos de la misma junta, quienes acompañados del parlamentario se dirijieron al cuartel general enemigo, pasando por enmedio de una lluvia de proyectiles; porque mientras duró el parlamento ocurrió que, contraviniendo segunda vez á todas las leyes de la guerra, iban los franceses tomando posiciones en el llano; hasta el punto de establecer el cuartel general en una casa de campo del camino de Santa Eugenia, y esto visto por el pueblo que coronaba las murallas, hizo que se encendiese de nuevo el fuego en todo el recinto bajo de la ciudad.

Fueron los diputados bien recibidos por los Generales Duhesme y Lechi y habiéndoles aquel pedido como primer punto de las negociaciones, la entrada del ejército en Gerona, contestaron los diputados que no les era dable tratar cosa alguna con semajante base, porque el pueblo estaba resuelto á sepultarse entre las ruinas de la ciudad, antes que permitir la entrada de los franceses. Quiso entonces Duhesme tantear otros argumentos y al efecto les amenazó con asaltar la ciudad y reducirla á cenizas, pero nada logró, puesto que los diputados, parcos en el hablar, se atuvieron en su primera contestación, pasándose así las primeras horas de la noche.

En el interín dejando Duhesme á un lado todo escrúpulo, dio las disposiciones convenientes para el asalto que debía darse durante la noche, á cuyo efecto mandó recojer todas las escaleras existentes en las casas del llano, y escojiendo la jente más animosa de su ejército, la destinó para dar el primer golpe, ordenándoles que atasen delante del pecho un haz un trigo para resguardarse de los chuzos y demás armas blancas. Al mismo tiempo mandó adelantar dos fuertes destacamentos por la parte de la calle de la Rutlla y de la actual Dehesa, para simular ataques en el baluarte de San Francisco y cauce del rio Oñar, y en el barrio de San Pedro. Tomadas estas disposiciones, la columna destinada al asalto fue adelantando paulatinamente y desfilando por los cercados y profundidades de los caminos, en dirección al baluarte de Santa Clara, señalado para el asalto, por contener la fábrica de cartuchos y el balerio de la plaza.

La noche era extremadamente oscura y la plaza carecía de fuegos de iluminación. Todo parecía indicar un grave acontecimiento. En la ciudad, a pesar de la fatiga del combate sostenido durante todo el día, todo el mundo ocupaba su sitio con el mayor órden y decisión. Entre nueve y diez de la noche el enemigo rompió el fuego contra los puntos atacados en falso y todas las baterías y toda la fusilería de la plaza contestaron con vigor tal, que las memorias de los testigos presenciales consignan que era uno de los más horrorosos á que habían asistido. Llegada la columna destinada al asalto frente al baluarte de Santa Clara, rompió un vivo fuego para despejar sus parapetos y en un momento dado se arrimaron gran número de escaleras por todas partes del muro, subiendo la tropa con el mayor silencio. Hallábase guarnecido el baluarte con un piquete del regimiento de Ultonia, algunos artilleros y 50 paisanos, gente insuficiente para cubrir siquiera su estenso perímetro. Observado el atrevimiento del enemigo, todos con el mayor valor se empeñaron en el combate, que cuerpo á cuerpo se les ofrecía, arrojando al foso con chuzos y á bayonetazos á los primeros que subieron. Duró algun rato esta lucha desigual y peligrosa, pero reemplazándose contínuamente los que caían y aumentando las escaleras en número mayor al de los defensores del baluarte, no tuvieron otro remedio que retirarse á la gola. Un tambor enemigo logró subir al muro y á los gritos de, ya es nuestro, tocaba llamada animando á los suyos. Era éste un momento crítico, en el que peligraba la suerte de Gerona pues al mismo tiempo otra partida enemiga atacaba el baluarte de San Francisco de Paula, bien que sin la menor fortuna.

Desde los primeros momentos de este ataque toda la población se puso en movimiento. Los hombres armados se trasladaron de los cuerpos de guardia á los antepechos del muro, las mujeres conducían vino, aguardiente y municiones á los combatientes y los religiosos ancianos, unos se recogieron á orar en los templos, mientras otros con el Crucifijo levantado con las manos, recorrían las calles y los puntos ocupados, para animar á los combatientes.

D. Julián de Bolívar, se hallaba con los jefes del regimiento de Ultonia en el punte de San Francisco cuando le llegó la notícia de los que ocurría en el baluarte de Santa Clara. En el acto dichos jefes, incluso el teniente Coronel O-Daly, a pesar de su herida, se trasladaron á dicho punto donde llegaron con un destacamento de su regimiento de Ultonia, con varios paisanos y relijiosos y formando en batalla, hicieron una descarga cerrada y con la mayor rapidez atacaron á la bayoneta á los enemigos que estaban dentro el baluarte arrojándolos al foso.

Hubo en aquel momento rasgos de mucho valor. El subteniente D. Tomas Magratch halló la muerte en el momento heróico de agarrar con sus manos una escalera para derribarla (2). Un fraile (3) que se había mezclado con la tropa, queriendo igualmente deribar otra escalera cayó al foso y hubo de quedar entre los heridos y moribundos hasta la mañana siguiente en que fueron recojidos.

El desastre de los enemigos de este asalto fue completo, pues noticiosa la guarnición del inmediato baluarte del Gobernador de lo que ocurría y pudiendo tomar puntería con los fogonazos y con los ayes de los heridos, rompió un fuego muy vivo de cañón con metralla que derribó muchas escaleras y barrió por completo el foso y puntos inmediatos al baluarte asaltado, dispersando la columna destinada á esta empresa.

Despues de la media noche, intentó el enemigo otro ataque contra el baluarte de San Pedro, pero los fuegos del mismo y de la torre de S. Juan le pusieron en fuga. Luego que el general Duhesme se hubo enterado del resultado de estos ataques, en los que tuvo muchos muertos y unos 400 heridos, ordenó el descanso de su ejército y al amanecer, fingiendo que quería continuar el sitio, manifestó á los diputados Burgués y O-Donovan que regresasen á la ciudad y que ésta le mandase una diputación más numerosa, compuesta de individuos del clero, milicia, nobleza y estado llano. Pero tan luego como los diputados emprendieron su marcha, Duhesme dió órden de ponerse el ejército en movimiento para efectuar su retirada á Barcelona, la cual llevó á cabo con tanta rapidez, que aquella noche la vanguardia durmió en Pineda.

Emilio Grahit y Papéll


Notes

(1) Muy inconveniente fue este ataque, según parecer del célebre Mariscal Gouvion Saint-Cyr, quien en su Journal des opérations de l'armée de Catalogne en 1808 et 1809 no tiene gran dificultad en decir que l'attaque de la porte des Carmes fut repoussé avec une grande perte sans aucune esperance de succés.
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(2) Gerona agradecida, por Fr. Tomás Serra, nota B.
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(3) El P. Fr. Juan de San Andres, Carmelita descalzo.
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Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.



Infanteria francesa. Músic 1809 i corneta 1809-1810. Gravat de R. Humbert. (Wikipèdia)



Ruines de les defenses de la Torre Gironella, a la part alta de Girona.



Àguila napoleònica. Placa de shako d'artilleria.



Uniformes de l'exèrcit francès. Artilleria a peu 1808-1809, Knötel. (Wikipèdia)



Uniformes de l'exèrcit francès. Artilleria a peu 1808-1809, tren d'artilleria. Knötel. (Wikipèdia)


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