Día 30 de Noviembre de 1809.

Santoral: noticias de Londres del 15 agosto, de Milán del 22 de julio, de Liorna del 20 y de París del 30: y noticias de España.

Sucesos del sitio.

Los enemigos no hicieron fuego. Sólo se les vió trabajar en la batería y retrincheramiento de las ruinas de la torre de San Juan.

Se acabó de profundizar más el foso de la parte interior de la puerta de Francia.

Durante este mes murieron en los hospitales militares 1378 individuos de la guarnición, inclusos siete oficiales.

Los enemigos dispararon contra la ciudad 56 balas rasas, 74 granadas y 427 bombas.

En el vecindario existian los mismos horrores que en los hospitales, pero aun subían de punto entre los que carecían de hogar, bien por habérselo arruinado las bombas, bien por ser de los que se llamaban espatriados ó sean gentes del país que creyéndose más seguras, se habían encerrado dentro Gerona desde principios del año.

Eran en número de unas seiscientas las famílias de los espatriados y los varnes de las mismas habían contribido muchísimo á la defensa de la ciudad, alistados unos en las compañías de la Cruzada, ó formando parte el resto, como todos los hombres útiles, del cuerpo de paisanos encargado de custodiar y defender las murallas de la ciudad.

Al finalizar el mes de noviembre ofrecían estas famílias el aspecto más desconsolador. Habían fallecido la mitad de sus individuos y los restantes, llevando doble y triple luto, vivían hacinados en los pórticos de Esparters y de las plazas de las Coles y del Vino, ó en los rincones de las iglesias. Allí personas hasta de regular posicion, yacían en la más espantosa miseria, juntamente con los pobres mendicantes de la ciudad, sin abrigo, sin víveres, sin recursos; enfermos y moribundos estaban tendidos al lado de los cadáveres que esperaban la luz del día para ser transportados á los cementerios. Era el más espantoso cuadro de llanto, desolación, hambre y miseria; sombras verdaderamente estigias como las del averno.

Dos vecinos cuyos nombres no pudieron jamás saberse, hacían pasar una sopa diaria á los más infelices.

El P. Ferrer, en su Barcelona cautiva, describiendo el estado de Gerona durante el mes de noviembre, dice entre otras cosas lo que sigue:

"Transtornados los habitantes y guarnición con el incesante trabajo, irregular método de vida, aflixión de espíritu, falta de dormir, habitación en lugares subterráneos y lúgubres, contínuo bombardeo, falta de alimentos y absoluta carestía de vinos y licores (precisando á hacer uso del agua) dispusieron insensiblemente á una debilidad física, especialmente del sistema nervioso, degenerando en calenturas y gástrico nervioso, á más del escorbuto y disenteria, de que se habló en el mes de octubre, lo cual iba tomando mayores incrementos, especialmente en los hospitales. Deteriorados los tejados de estos edificios con sus bovedas y ventanas por falta de materiales para recomponerlos, quedaban los enfermos expuestos á todas las vicisitudes de la admósfera, tan sensible en tiempo de lluvia.

"Faltos los hospitales de escobas, vasos inmundos y otros instrumentos para la limpieza, no menos que de leña, carbon, vinagre y otros semejantes para poder fumigar, debían considerarse como unos verdaderos manantiales sépticos, los más proporcionados para originarse una enfermedad cruel y contajiosa. Los más de los enfermos echados en el suelo por falta de paja; y todos sin camisas, sábanas, cabezales y mantas, en términos de no poderse mudar la quinta parte, presentaban otro manantial asqueroso y perjudicial á la salud.

"No pudiendo estos infelices verse socorridos de vino, vinagre, ni otros licores, ni de la debida cantidad de pan, ni demás correspondientes alimentos, no podían convalecer como era justo; y por fin careciendo de las proporcionadas drogas medicinales, y debido número de asistentes, enfermeros y facultativos de uno y otro ramo, moría tal número de gentes, que puede afirmarse que de 100, los 75 fueron víctimas de estas causas".

Más adelanta añade este autor: "Creían los franceses que con tan obstinado sitio y falta de víveres que padecía la plaza, les obligaría á capitular dentro pocos días, pero viendo que se pasaban estos y que creciendo más y más la hambre dentro de la Ciudad, no se pensaba siquiera en capitular, les tenía como fuera de sí. Para excitar á nuestros soldados á la desercion y para otros siniestros fines, llevaba el enemigo á los puestos avanzados, pan, vino, queso y otros comestibles, y como los heroicos defensores, aunque lo observaban, no se adelantaban á recibir el capcioso presente, dejábalo el enemigo en el campo. Las tentativas de esta clase fueron tan veementes, como reiteradas; y solo la nobleza y carácter español podia preferir el morir de hambre, á librarse de tanto tropel de males, con solo andar los pocos pasos que distaba por todas partes el enemigo.

"Sí, pocos pasos distaba el enemigo; pero no se atrevía á asaltar otra vez aquellas brechas, que todavía le recordaban en sus escombros teñidos de sangre francesa, wesfaliana, é italiana, cuan duras lecciones les había dado Gerona en los seis meses, que ya duraba su sitio, convertido ahora en bloqueo".

Aunque la entrada en la plaza la tenían los franceses prohibida bajo pena de la vida, le permitieron alguna vez, conforme se ha ido notando, para los fines de proponer una capitulación ó de notificar algún contratiempo sufrido por las armas españolas.

Como en cada familia se desarrollaban terribles escenas de llanto y de dolor, ocurrió alguna vez que personas allegadas á ellas deseaban á toda costa entrar en la ciudad, no faltando quienes pidieran para ello permiso al general sitiador. Este lo concedió algunas veces á condición de introducir proclamas ú otros documentos, que los portadores procuraban presentar al gobernador luego de entrados en la plaza. Al principio recibió Alvarez muy á mal estas estratagemas, pero después no tuvo más remedio que aceptarlas como hijas de la necesidad ó de horribles dramas de família.

Para asegurarse Augereau de que nadie pudiese entrar en Gerona, amplió mucho más sus centinelas y el uso de largas cuerdas con cencerros y la escucha por perros de finísimo olfato. Apesar de esto, los pasa pliegos de la junta gubernativa eran tan fieles, listos y conocedores del país, que pudieron continuar prestando sus servicios, aunque con más precauciones y con menos frecuencia.

Schépeler, elogiando la conducta de nuestros solados, dice: "Los enemigos lleva-ban los desertores á los puestos avanzados, bebían y comían con ellos para atraer otros, y los italianos generalmente, enseñándoles pan y carne, trataban de que-brantar la lealtad de los soldados. Un español hambriento, con tal tentación vaciló en adelantarse, exclamando: ¡Satanás, tu me seduces! El italiano le respondió riendo: más vale comer por la patria que morir por ella. La palabra patria hizo que el español se recobrara; cojió su fusil y gritó fieramente á su enemigo: vete; ¡ojalá pueda yo salvar la patria como ella me salva á mi en este momento!".

En general Fournás, en un manuscrito cuyo extracto ha publicado en Francia C. de Motnzey [sic], dice: "La guerra, pues, que teníamos que sostener en la ciudad era la más terribles; y era el hambre, la miseria y las enfermedades, los que nos la hacían. En solo el mes de Noviembre murieron 800 solados (fueron 1.378) en los hospitales, sin auxilios, sin remedios, y la mayor parte desnudos y en el suelo; las gentes de la ínfima plebe morían á centenares, y todas las mañanas se encontraban en las calles mugeres y niños muertos de hambre". Y después añade: "Las guardias no eran relevadas; el solado no tenía otro cuartel que su puesto, y no salía de él más que para ir á aumentar el número de los moribundos ó de los muertos".

Schépeler hace constar que no se vía muger alguna en cinta "allí, dice, donde todo gérmen se había extinguido".

Haro hace el resumen de este mes en los términos siguientes:

"No espera ver el lector en la relación de Noviembre acciones de guerra, ni aquellos obstinados combates que tanto ilustraron á la guarnición en el principio del sitio. Los franceses bien convencidos de la mucha sangre que les costaría apoderarse de la plaza á fuerza de armas, resolvieron que el hambre sola rindiese tan tenaces defensores.

"La calamidad en efecto crecía extraordinariamente, y la pluma se cae de la mano al referir la angustia á que estaba reducida Gerona. Apuráronse las caballerías de todas especies, comiéronse los burros muertos de hambre, vendíanse á precios excesivos los animales más inmundos, y los gatos y las ratas se devoraban sin condimento alguno por los infelices paisanos que perecían á centenares faltos del necesario alimento. La ración de la tropa quedó reducida á un poco de trigo cocido son aceyte y un cuarteron de pan cada dos días. Por las calles, en las guardias, estando de centinela, caían muertos los soldados; y el que iba al hospital contemplaba cierta su muerte, porque allí ni había alimentos, ni medicinas, ni aun aceyte ó velas para el alumbrado, ni género alguno de auxilio, ni mas que aire infestado por una reunión de espectros hediondos y espantables. Al oficial tampoco se daba otra ración que al soldado; y como hacía tiempo que muchos no recibían sus pagas, se hallaban privados de las cosas mas necesarias y reducidos por tanto á una extrema miseria".

Para formarse una idea del terrible estado que presentaba la salud pública en el mes de Noviembre creemos que nada ha de ser mas apropósito que la relación y oficio que se leen en el Memorial histórico sobre el sitio de Gerona por el consultor de cirujía D. Andrés Nieto Samaniego. Dicen así:

"Multiplicadas de todos modos nuestras calamidades, señaladamente en la salud, oí hablar sobre este objeto al Comandante General y comprendí que deseaba tener por escrito, una compendiosa relación sobre el estado de la salud pública; y el día siguiente, hacia las tres de la tarde, fuí a presentar a S.E. el siguiente oficio: halléle algo enojado por contradicciones que producía el lamentable estado de la plaza; y así que insinué el contenido de mi escrito, respondió como involuntariamente en un instante de distracción: si no se puede defender más la plaza, para que... y suspendida la palabra, acaso, dixe yo, este papel informará a la posterioridad de nuestros males, si no queda alguno que los cuente: mandóme entonces leerlo, y no pudo aquella alma sensible acabar de oirle, sin dar signos del mas vivo dolor. Cerró este oficio, y en la noche del mismo día veinte y nueve, lo dirijió original por un propio á S.M. la Suprema Junta Gubernativa de España é Indias: su contenido es como sigue:

"Excmo. Sr.:-- La salud pública que tan dignamente ocupa entre los gravísimos cuidados que circundan á V.E. el alto lugar que le compete, está en un estado tan calamitoso, que al paso que conviene ocultarlo en lo posible al público, por parte de los que estamos encargados de ella, es necesario al bien comun que V.E. tenga informes científicos, verdaderos y justos, de su deplorable estado, y de la parte pronóstica del horroroso término que la amenaza.

"Movido de esta consideración, y en cumplimiento de uno de los deberes de mi obligación, como consultor de los reales exércitos, y gefe de la facultad médico-quirúrgica en esta plaza, elevaré á notícia de V.E. una sencilla relación del estado físico de la ciudad, de su atmósfera y de los hospitales, que sin defraudar la verdad ni menos abultarla con exgeraciones, será solo como un abreviado índice, que guie al observador y le conduzca al conocimiento de las duras verdades que señala, como causas de las terribles enfermedades y mortandad que padecemos.

"Ya ha cerca de siete meses que el enemigo asedia y destruye esta plaza con toda especie de tiros de gruesa artilleria y fusileria, de que resulta no quedar en toda ella edificio alguno habitable, no lugar en que no se ofrezcan de continuo los horrores de la muerte.

"Ningun parage ha habido seguro de las bombas, pues que en los edificios que se lisongeaban el ánimo con ideas de seguridad, han causado fatalísimas desgracias.

"Las calles desempedradas y salpicadas de profundos hoyos causados por las bombas, interceptadas por ruinas, y las casas sin texados, encharcan las aguas de lluvia que arrastran consigo productos excrementícios de las rotas y deshechas cloacas, y demás cuerpos que hallan sobre la sucia superfície que recorren, sembrada de vestigios de diarrea humana; allí fermenta, apesar de la vigilancia de la junta de policia que tan dignamente ha procurado la salubridad, este conjunto de inmundicias, y descomponiéndose el todo, infecta la atmósfera de mofetas pestíferas, á que también concurre la putrefacción de cadáveres humanos y brutos, sepultados debaxo de tanta ruina.

"Todas las calles y plazas ofrecen á la aprehensión mil objetos de horror para el juicio y discurso, siendo uno de ellos los innumerables montones de cascos de bomba, granada, balas de todas clases, y pedazos de ellas, mudos testigos y instrumentos de nuestro dolor.

"Los poquísimos vegetales que nos es permitido ver y observar de cerca, ofrecen evidentes señales de haberse resentido y tomado parte en la horrorosa catástrofe de esta ciudad, pues que apenas han dado flores las plantas de los jardines, ni ha madurado la poca fruta que ofrecían otros años, y prometían en éste los árboles de las huertas, donde tampoco ha propserado ninguna especia de hortaliza que otros años abundaba, observación que ella sola es suficiente para probar con evidencia la perniciosa degradación de nuestra atmósfera, sobrecargada de gases mefíticos, y defectuosa del ayre vital con respecto á su masa que alimenta vegetales y animales.

"Si dirigimos nuestra observación desde los vivientes vegetativos á los sensitivos, veremos los brutos domésticos tristes, enflaquecidos, mal pelechados, las puntas de las orejas del ganado caballar divergentes entre sí, y caídas; lentos en su paso y movimientos, no manifestando el retozo relincho ni otros signos de su alegría, amor y buen punto, y muchos de ellos están atacados de diarrea.

"Los perros siguen el mismo orden de debilidad y tristeza; apenas hay alguno que ladre; no dan señales del estímulo dela propagación de su especie, ni tributan sinó de un modo mal decidido á sus amos los naturales signos de gratitud en sus alhagos.

"Visto de un modo pasagero y superficial el estado de la ciudad, de las plantas y brutos; considerada de paso la degradación y enfermedad de los dos últimos géneros, ascendamos á considerar por el mismo orden compendioso, el tirano dominio que tan desoladoras causas ha exercido sobre el hombre, sensitivo por excelencia.

"Generalmente cada rostro presenta la palidez de la muerte; una hinchazón remitente es en muchos el indefectible signo de su próxima ruina, la voz es lánguida, el paso lento, la respiración frecuente, el pulso débil y contraído; excesivo abatimiento no solo físico, sino también del natural orgullo y amor propio; poca inclinación á la sociedad, y esta tiene por objeto el desahogo del dolor, la ponderación del hambre, y el duro recuerdo de su futura suerte presentida por la horrorosa privación de alimentos que se padece tantos meses ha; por la mortandad que observa, por la presencia i poderío del enemigo cuya entrada está patente en quatro brechas; y por el doloroso y cruel abandono que padecemos, dexándonos perecer en la fatiga, en la desnudez y en el hambre, y en el contagio, y en la espada del terrible sitiador.

"Apenas hay alguna muger embarazada; es frecuente la supresión y exceso de la evacuación menstrua; muchísimas han mal parido; no pocas han visto morir de hambre el tierno fruto de sus entrañas pendiente de sus pechos, anhelando de continuo con sus cansadas tiernas mandíbulas el alimento buscado en vano en senos maternales que otras veces eran abundantes y fecundos. Yo doy testimonio de lo que he visto, Excmo. Sr.; y yo he tenido acaso por ser esposo y padre, la facultad de sentir lo que sobre este lastimero objeto, no me es dado explicar.

"Los restos de las calles y portales, ocupados por miserables víctimas del hambre, succesores de los innumerables que ya descansan en paz, presentan objetos que reclaman la compasión, avivan el dolor, y excitan la admiración, al verlas alargar una mano trémula, moribunda, en señal de pedir socorro á quien no pudiendo darle, pues ya no hay en Gerona quien sea más rico que otro, solo le es permitido tomar parte de la aflixión sin poder remediarla.

"Otra de las causas del lamentable estado de salud, es la necesidad en que se vieron todos los habitantes de esta plaza de mudar repentinamente, no sólo el método y costumbre de vicda activa y laboriosa que tenían los menestrales y demás gentes de labor, sinó también los venerables sacerdotes, y demás personas de vida sedentaria y estudiosa, pasando, para eludir la idea del peligro, de sus habitaciones ordinarias á vivir en los sótanos, cuevas, caballerizas, bóvedas y demás parages ínfimos inhabitados, en que de improviso variaron de temperatura, de qualidades esenciales de la admósfera, de costumbres y alimentos; quedaron privados de los beneficios de la luz; se amontonaron muchos individuos en corto distrito, llevando consigo á estos lugares de horror, elegidos para habitación por la imperiosa necesidad, todas las causas de males que infestan la admósfera en sitios mal ventilados, por la respiración, eruptos y otros flatos y excreciones de que el hombre está pensionado: siendo ellos mismos instrumentos pasivos de la infección de un ayre que debía servir de pábulo á sus vidas.

"Al contínuo pavor causado por la no interrumpida explosión de bombas, granadas y tiros de todas clases, por las desgracias que ocasionan, las producidas por las ruinas é incendios, la frequentísima vista de miembros humanos palpitantes, que formaban parte del hijo, de la esposa, del santo sacerdote, ó del inocente párvulo; al doloroso gemido, al síncope y al llanto que sin llegar á abatir los ánimos, no ha podido enjugarse en tantos meses, se añade el dolor de la escandalosa privación de quasi todos los alimentos necesarios á la vida, de suerte que los pobres, los expatriados, innumerables menestrales que pudieron librarse de las bombas, peligros de los asaltos y de otros muchos, han perecido ó estan pereciendo en el cruel lento martirio del hambre, en cuya lamentable suerte les excede aun la invencible guarnición de esta plaza, que puede representarse á la idea, como una ara circundada de inocentes víctimas, indefensas, abandonadas á la crueldad de los más formidables sacrificadores.

"A más de la evidencia pública de las terribles verdades que describo, no sin recelo de herir el sensible corazón de V.E., viene á multiplicar nuestro desconsuelo, el triste recuerdo de que se haya divulgado acaso por toda la nación, que la plaza de Gerona ha sido abundantemente socorrida con víveres, municiones, etc. ¡Execrable falsedad! Atroz inventiva, con que tal vez se ha procurado sofocar y entorpecer los benéficos decretos de S.M. la Junta Central relativos á la libertad de esta plaza, siendo evidente que solo ha recibido, ya ha mucho tiempo, y en dos ocasiones, unos pocos géneros de víveres para seis ú ocho días; y en quanto á municiones de guerra... V.E. sabe mejor que yo su estado, aunque no ignoro que multiplica nuestra aflixión.

"Todo este horroroso conjunto de causas destructoras de la humanidad, asociado á las que determinan las enfermedades endémicas de este suelo, produxeron en el principio cólicos y diarreas, como era consiguiente á los que habitaban admósferas subterráneas, siempre frías y húmedas, á los que dormian al raso sobre el desnudo suelo, como oficiales y tropa, y á todos por las malas digestiones, y por los estímulos mentales de susto y temor, agentes que obran en el hombre con movimientos ya súbitos, y ya lentos, determinando los humores de la periferia al centro gástrico á donde retrocede y concluye la materia excrementícia de la transpiración, pervierte el orden de la digestión, secreción y excreción, etc. y viene á producir la laxitud ó atonía universal.

"Con tan terribles predisposiciones no tardaron en comparecer multitud de fiebres, continentes, remitentes y intermitentes, estivales y endémicas, pero con los síntomas consecutivos é indefectibles de nerviosas, aunque en sus primeros períodos fuesen biliosas ó meningo gástricas: lo que era consiguiente á la debilidad del sistema nervioso, como órgano del sentido, y en que obran principalmente los estímulos mentales.

"El crecido número de individuos que á más de los citados trabajos han tenido la desgracia de ser heridos, fracturados, contusos, quemados ó mutilados con tan bárbaros instrumentos, es evidente que han padecido imponderablemente más que el resto de los defensores de la plaza, por que después de la atrocidad de los dolores que les ocasionan sus horrorosas dislaceraciones y toda especie de soluciones de contínuo, han sido atacados ordinariamente, al terminar la fiebre traumática, de la calentura complicada que aflige á los demás: de aquí se les han originado horribles gangrenas y esfacelos, se hacían sus úlceras pútridasy verminosas con mucha frecuencia, se han secado de repente y con grave perjuicio de su salud no pocas veces las llagas, dexando de fluir al ver los llagados dentro los hospitales, muertos á sus compañeros por balas de artilleria, ó por bombas que desplomaban sobre sus desgarrados miembros los techos y bóvedas. ¡Santo Dios! ...Ya no tiene lugar inmune como en otros tiempos la deficiente humanidad.

"No obstante, hasta fines de septiembre en que todavia teniamos algunos recursos en las boticas, aunque padecíamos escasez de farmacéuticos y de cirujanos con respecto á nuestras necesidades, de efectos de hospitales, desde la périda del de Sant Daniel, y quema del militar, multiplicando los facultativos sus tareas y trabajo, que jamás será bastante considerada, se consiguieron felicísimos resultados en las admirables curaciones que se lograron de toda especie de heridas y enfermedades.

"Pero después, continuando las desoladoras causas; la progresiva disminución de alimentos hasta reducirse al estado en que se hallan, ya ha mucho tiempo de muy poca carne de caballo, jumento ó mulo, escasísimo pan y corta dosis de trigo, todo mal cocido por falta de combustible y sin condimento alguno; falta de efectos de hospitales, en términos que gran número de enfermos están sobre el desnudo suelo; falta de vasos inmundos y de toda especie; carencia de medicamentos y de sirvientes; con la presencia de las lluvias sobre techos arruinados, terrible frio y otras vicisitudes del otoño y entrada del invierno, hostilidades y estrechez del enemigo, excesiva fatiga, sustos y vigílias de las tropas y habitantes, empezó á manifestarse en forma epidémica la rapidez y desolución de la sangre, por tantos medios y por tan largo tiempo preparada; la admósfera de los hospitales no tardó en viciarse por falta de todos los medios de salubridad, desde los que prescribe la química, hasta el ínfimo mecánico de la escoba, y la luz, y el fuego, para calentar los escasos tópicos que nos es permitido manejar.

"Declarose en fin el letal escorbuto, con la mortífera y asquerosa desenteria, tenidos por contagiosos todos los prácticos, llegando á tal estremo los estragos que causan estas y otras enfermedades, que en solo el hospital del Hospicio, han fallecido en este mes, hasta el día veinte y quatro, quinientos y un militares de esta invicta guarnición, por tantos títulos acreedora al reconocimiento y admiración de la patria: y por lo respectivo á los otros hospitales, V.E. sabe que siguen la misma terrible proporción, sin olvidar los muchos que fallecen en los quarteles, portales y casas.

"Mortandad horrible, que habiendo devorado á tantos, dexa ya pocos héroes que sacrificar: y ninguno, cuya constitución no se halle muy dispuesta á la impresión de los letales miasmas; ninguno, cuyos brazos otras veces nervudos y experimentados en escarmentar al enemigo, que pueda hoy resistir la fatiga necesaria, para repeler los ímpetus del formidable sitiador, si intenta de nuevo penetrar por las tres brechas que ha abierto, tanto tiempo ha, y por la quarta que le ofrece en el Oñar la súbita ruina de muchas casas á un tiempo.

"Ral es, Excmo. Sr., el horroroso quadro mal bosquejado de la salud de los héroes, que en pos de V.E. han logrado la justa admiración del orbe, siguiendo los caminos del honor en defensa de la santa religión, patria y libertad, arrostrando y superando hasta ahora tanto tropel de peligros, por donde han ascendido á la cumbre de la gloria.

"Y si tan estupendos sacrificios, que deben servir de admiración en la historia de las plazas sitiadas; si tanta heroicidad consumada con las vidas de los que por particular providencia sobrevivimos á nuestros hermanos, puede decidir de la libertad de la patria, dichosos nosotros en el seno de la eternidad y en la memoria de los hombres de bien, y nuestros hijos en la sociedad de sus conciudadanos, pero lo contrario... Santo Dios!

"Dios guarde á V.E. muchos años. Gerona 29 de Noviembre de 1809.- Excmo. Sr.- Dr. Juan Nieto Samaniego.- Excmo. Sr. D. Mariano Alvarez".

Resumen que hace el mismo Nieto Samaniego del estado de Gerona en el mes de noviembre.

"La heroyca resistencia de Gerona, plaza que apenas tendrá lugar entre las de tercer orden, deteniendo al rededor de sus muros un exército de treinta y cinco mil, fuertes, disciplinados y aguerridos combatientes, en dos divisiones, de las quales, una de diez y siete mil estaba á las órdenes del general Verdier, encargado del sitio y operaciones sobre la plaza, y otra de diez y ocho mil mandados por el General Saint Cyr como cuerpo auxiliar y de reserva (1) que había libertado á España, y principalmente á la Provincia de Cataluña, de los progresos que tan crecido exército hubiera hecho en tanto tiempo, había también transtornado los vastos planes del Emperador de los franceses y excitado su indignación, como se vió en una carta interceptada que dirigía al General Augereau: en consequencia mandó llamar á París al General Saint Cyr y que le substituyese en el mando el Mariscal Augereau.

"La entrada de este general en el exército y la posesión de su mando, fue señalada y anunciada con salvas de artillería, (cuya práctica sería de desear que se estableciese entre nosotros al tomar posesión de su mando los Generales en Gefe) y después de haber pasado en algunos días revista á su exército, al tenor de las instrucciones que tenía, tomó medidas de hostilidad contra la plaza, con la actividad que exigía su obediencia y su gloria, y que ordinariamente se acostumbra en la primícia de un mando militar en un exército activo. Feliz es el Mariscal Augereau, por las circunstancias y ocasión en que toma el mando del exército enemigo en Cataluña, pues aunque no vencera l plaza de Gerona, por lo menos la rendición de ella coronará sus glorias militares.

"Los ataques nocturnos se sucedían rápidamente: hallar un punto descuidado ó débil, reconocer y practicar el terreno y la fortificación, tentar la resistencia, fatigar mas y mas la guarnición que no tiene relevo en sus fatigas, acelerar el consumo de municiones de la plaza sin dexar medios de reponerlas, y cansar el vecindario, formaban el grande interés de estos ataques.

"Pero nuestros guerreros bien habituados á las alarmas, se hacían respetar de los enemigos observando un profundo é imponente silencio, conservándose inmóviles en sus puestos bien prevenidos y vigilantes, para no desperdiciar la pólvora y munición que ya faltaba, ni fatigar inútilmente sus fatigados brazos.

"Los tiros de bomba, granada y fusileria contra la plaza, fueron más frecuentes que en el mes anterior, y más perjudiciales, porque tomaron el método de avivar el bombeo de las once de la noche en adelante; las bombas de Monjuic, por la elevación que tomaban desde aquel monte, y la inmediación de la ciudad, tenian que descubrir una parábola mucho más elevada y más curva, por lo que se precipitaban sobre los restos de los edificios con tanta velocidad, que nadie podía resistir su formidable impulsión!

"Ningún medio de afligir la ciudad perdonó ni tuvo ocioso el experto y activo sitiador; la estratagema y la industria, venían al socorro de sus armas: papeles seductivos, notícias fúnebres de la situación política y militar de España, grandezas y ventajas del enemigo, destierro de abusos y mejoras de la Nación, en promesa todo venía á entibiar el ánimo de los heroycos defensores; indefinidos movimientos del enemigo complicados con cierto aire de misterio y amenaza, llenaban de amargura y de estéril vigilancia la ciudad! Y por lo que hace al asedio, estrecharon el cordón en términos que era imposible pasarle, sin que el mismo que lo intentase avisara á los centinelas, por que en los parages transitables había colocado larguísimas cuerdas cargadas de cencerros, para que tropezando en ellas los que intentaban pasar, llamaran la atención de las armas inmediatas; valíanse también de perros: con cuyos medios y la multiplicación de guardias consiguieron reducir la plaza á una incomunicación que apenas tendrá exemplo.

"Los pocos jumentos y mulos que quedaban para el abasto de carnes, por no haber con qué alimentarlos, se sacaban á pacer cerca de la muralla de San Francisco de Paula y cementerio, de cuyo triste recurso se privó á los defensores por los fuegos avanzados del llano, y las baterías de Palau y falda de Montilivi, y de aquí se siguió una hambre tan aguda en los animales que servían de alimento, que varios de ellos se habían comido mutuamente las crines, antes de ir al matadero: con estos fuegos dificultaban también y trataban de impedir el sepultar á los muertos!

"El enemigo solicitaba parlamentar con frecuencia considerando que en tan extremados apuros admitiría la plaza sus ofertas, pero lejos de eso jamás consiguió que se le oyese, por lo qual hubo algunos descontentos, principalmente de los agonizantes, y ya que por este medio no pudo conseguir entrar en negociación, hizo que entrasen en la plaza con pliegos y con diferentes ocasiones, un muchacho, después de un boticario de la Selva, el qual falleció de la calentura reinante en el castillo del Condestable, y últimamente un religioso observante sacerdote: en una de estas ocasiones manifestaba haber batido el exército nuestro en Santa Coloma, Hostalric, y en otro punto hacia La Bisbal, que se había hecho la paz con Alemania; que el resistir sin esperanza era morir sin gloria, y aunque decía la verdad, tenía en la pública opinión el lugar del mentiroso.

"El Comandante general llevaba gran sigilo con estos papeles, pero con todo eso no dejaba de traslucirse su contenido, y sus efectos no fueron indiferentes, es necesario ir con cautela hasta para oir al enemigo, por la grande influencia que en muchos casos tiene la virtud de la palabra, pronunciada ó escrita.

"En uno de estos pliegos ofrecia un armisticio de un mes, introducir desde luego víveres en la plaza, y que si esta no era socorrida en este término se tratase de capitulación! Para desoir esta propuesta en tan extremados apuros, fue necesaria la grande alma del general Alvarez y la heroycidad del pueblo y militares: quando se teme que contagie la comunicación, se intercepta y prohibe del todo: he aquí la mas poderosa razon que pudo tener el Comandante general para no admitir ningun parlamentario, y que tal vez no alcanzan los que le cesuran este hecho acaso único en su especie.

"Llegó el hambre á tales extremos al finalizarse los recursos de la beneficencia de los vecinos pudientes (2) que se arrebataba el pan de la mano á todo el que le conducía públicamente, y fue necesario poner guardias en los hornos y panaderías, tomando al mismo tiempo otras providencias de policia.

"Se allanaban con frecuencia las casas por solo la sospecha de que hubiese en ellas algún género de víveres; hecho que se vieron precisados á practicar no solo los soldados y gentes ordinarias, sinó también algunas personas de estimación y honor, pero sin que en tales extremos se cometiese el menor insulto contra las personas.

"El alimento destinado para los oficiales heridos, fue algunas veces arrebatado de la mano de los que le conducían desde la cocina que estaba en una casa particular, á la iglesia de San Martín, y fue necesario poner centinelas al tiempo de llevar la comida á los enfermos.

"Los gatos y ratones, se tenían por manjar exquisito y se vendían á buen precio: si alguna vez penetraba uno ú otro, que traía á costa de arriesgar su vida, ó siendo acaso espía del enemigo, alguna porcioncilla de víveres, se vendían á precios exorbitantes y se los arrebataban de las manos: una gallina llegó á valer una onza de oro; un par de tordos medio podridos, vi dar un duro; un porron de mal aguardiente valió setenta reales, y de cuarenta á cincuenta un porron de vino; un puñado de hojas de apio, de achicorias silvestres ó de amapolas, únicas verduras que con la mayor escasez y miseria, pudimos probar en toda la duración de los apuros, se vendían igualmente á proporción y todo sin regatear lo tomaba de las manos del que vendía, el primer comprador; este objeto exijió providencias de la junta de policia, que corrigieron algunos abusos.

"En tan extremada necesidad era consiguiente que se alterasen los ánimos: había rencillas y se aumentaba la opinión de que no podía ni debía resistir más la plaza: los Agonizantes manifestaban su deseo de capitulacion, pero se guardaban de decirlo en público, por que se había repetido el bando en que se imponía pena de la vida, sin distinción de persona, y executada inmediatamente, á qualquiera que hablase de capitulación ó rendición: no obstante tuvo el General algo que sentir, y no poco que hacer con cierta pandilla de valentones, de los que desenvainan fácilmente contra el indefenso, y tan propios para causar disturbios, como para volver la espalda á los peligros.

"Apurada la paciencia en la desesperada furia del hambre, no pudiendo resistirla mas por faltar el sufrimiento y constancia que exigia el servicio de la Patria, se pasaba alguno al enemigo, quien no perdiendo su ocasión de hacer nogicio le recibía con exteriores demostraciones de júbilo, le abrazaba, besaba y llamaba hermano, le daba de comer y beber á la presencia de los hambrientos compañeros tentándoles de esta suerte á que imitasen aquellos criminales pasos.

"Para sostener la llama de la deserción y para otros fines, el enemigo llevaba á los defensores, desde sus puestos avanzados, pan, queso, vino, etc., y como los heroycos no se adelantaban á recibir el capcioso presente por mas que llamase, dejábale en el campo: las tentaciones de esta clase fueron tan vehementes como reiteradas, y solo la nobleza y carácter español, hubiera preferido morir de hambre, expuesto al cuchillo en la plaza para conservar y acrisolar su honor, á librarse á tanto tropel de males y peligros, con solo andar los pocos pasos que distaba por todas partes el Enemigo.

"También los centinelas avanzados convidaban alguna vez á los nuestros rogándoles con la amistad, y tal qual vez, sin poderlo evitar nuestro gobierno, convenían uno y otro en deponer las armas y adelantar mútuamente para hablarse; el enemigo solía ofrecer al nuestro algun trago de aguardiente ó vino, y luego se confortaba por la bebida, restituído á su carácter español se despedía, y volviendo á su puesto uno y otro, comenzaban á picarse de palabra, se insultaban, y terminaban la función á balazos...

"Los moradores de la ciudad que todavía conservaban fuerzas, y bastante resolución para atravesar las líneas enemigas, sobre todo los que habían llegado á peder la esperanza de socorro, procuraban evadirse de tan terribles males, y principalmente el de caer en manos del enemigo que aborrecían más que todo, y cuya idea no podía tolerar con horror..."

Termina Nieto Samaniego sus observaciones acerca el estado de Gerona durante el mes de Noviembre, consignando que:-- "Los hospitales de Cirujía-Médica estaban á fines de este mes como se ve á continuación:

Entrados

Salidos

Muertos

Existentes

157

114

119

222

"Clase de enfermedades que padecen

"Heridos y fracturados

110

"Escorbúticos

54

"Quemados

8

"Galicados

1

"Afectos varios

49



Notas

(1) - "El verdadero número de los sitiadores de Gerona es el que acabamos de determinar, súpele antes, y después de concluido el sitio, antes por constante relación de un Comandante de Batallón (Mr. Juan Casela) herido y prisionero el día en que se intentó entrar en la plaza el último convoy, á quien yo visité en su enfermedad y después por algunos Gefes de ellos mismos; por donde se manifiesta que los sitiadores de Gerona han sido treinta y cinco mil, sin contar los que vinieron posteriormente con el Mariscal Augereau, y no viente y cinco mil, ni veinte y siete mil, como tienen escrito algunos, bien que no tuvieron ocasión tan sensible y oportuna de saberlo como yo". (Nota del mismo Nieto Samaniego). Tornar al text

(2) - "Todos los habitantes de Gerona se desprendían generosamente de sus intereses y comestibles para llevar á efecto la heroyca defensa de esta plaza, contribuyendo á la manutención de oficiales y tropa, sin que se descuidasen los pobres, pero principalmente se4 distinguió en el socorro de la multitud miserable, la ardiente caridad del Excmo. é Ilmo. Sr. D. Juan Agapito Ramírez de Arellano, Caballero gran cruz de la Real y distinguida orden de Carlos tercero del Consejo de S.M. Obispo de Gerona, etc. manteniendo varias ollas económicas hasta que se apuraron todos los recursos; este venerable y dignísimo Pastor, padeció constantemente al pié de su rebaño todos los horrores del sitio, y su virtud y venerable presencia era el consuelo de los fieles: fue también S.E. el Angel de paz en las rencillas y discordias que el estado de la plaza excitaba algunas veces entre las autoridades, ó individuos visibles.
"En este interesante objeto brilló del modo más distinguido la sana y sublime Filosofia, la eloquencia, representacion, autoridad y influxo, del M.I. Dr. D. Andres Oller, vocal y representante de la Junta de observación y defensa de este Principado, sin hacer mención de los demás grandes servicios que hizo durante todo el sitio. Debe desearse que se hallen medios para que la delicadeza de este caballero, ceda a beneficio de la historia de Gerona las recónditas notícias de sus altos servicios, y otras muy interesantes, sin ocultar las veces qaue tuvo expuesta su vida por el bien de la Patria, sus servicios se fundan en materias secretas de política tan interesantes como delicadas, y que tuvieron tan señalado benéfico influxo en los grandes hechos y glorias de Gerona". (Nota del mismo Nieto Samaniego).
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Estats majors de plaça. Mestre major d'obres. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Estats majors de plaça. Oficial agregat als estats majors de places. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Estats majors de places i invàlids. Invàlid. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cos de cirurgia militar i capellans castrenses. Cirurgià de l'exèrcit. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cossos locals de seguretat pública i repressió del contraband. Rondes volants de Catalunya. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cossos locals de seguretat pública i repressió del contraband. Mosso de les Esquadres de Valls. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cossos locals de seguretat pública i repressió del contraband. Escopeter d'Andalusia. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cossos locals de seguretat pública i repressió del contraband. Miquelets de València. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cossos locals de seguretat pública i repressió del contraband. Minyons d'Aragó. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cos de cirurgia militar. Metge d'hospital. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Cos de capellans castrenses. Capellà castrense. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



La Marina. Alfères de navili. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



La Marina. Tinent General. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



La Marina. Guardiamarina amb uniforme de gala. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.


Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.